lunes, 2 de octubre de 2017

Volver...

Volver... volver esa palabra que nos suena a veces tan bonita y otras tan aterradoras. Volver… volver, nos lleva a un punto en el que ya estuvimos antes, nos devuelve de repente en lo conocido, en lo sabido, en un sitio que puede ser al mismo tiempo tan cómodo como incómodo.

Volver… es llegar de ese de viaje y sentir que todo está tal y como lo dejaste, que sólo necesitas desempolvar algunas cosas y todo volverá a ser como antes, tal y cómo lo dejaste, en el mismo punto de partida; pero “volver” es llegar y darse cuenta, que en realidad todo lo que creíamos estático se está moviendo más rápido de lo que podemos procesar, dar se cuenta que ya no somos los mismos, que ya nada es igual, … porque creces, porque evolucionas y volver es dar un paso atrás, es caerse en el mismo punto una y otra vez.



Volver… ese punto que en ocasiones creemos la solución a todo, volver a donde empezamos, a donde empezó, volver a dejar las cosas igual, volver a cuando el polvo aún no se había acumulado y cuando nosotros seguíamos siendo los mismos.
Por qué no, seguir, continuar, avanzar… porque no coger todo lo que somos para impulsarnos, para avanzar, para crecer y no tener la necesidad de volver.

Porque tenemos la constante ilusión de que volver nos llevara a un punto en el que estábamos mejor… añoranza del pasado y huida del presente…

Vuelve… pero solo para empezar de nuevo, para intentarlo una vez más, para recordar quien eras y coger impulso… pero jamás vuelvas para quedarte porque volver es involucionar.

No vuelvas pero devuelve. 

¿Y por qué no?

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